martes, 5 de octubre de 2010

De tu ciudad extraño...

De tu ciudad extraño la sinceridad de tus ojos, el cómo se van tejiendo entre tú y yo las ideas, el desamparo que me provoca el estar lejos de ti.

De tu ciudad extraño tu risa, esa que siempre llega a destiempo, cuando no la quiero.

De tu ciudad extraño tus manos grandes que aveces me tocan, las que aveces me llaman, las que aveces olvido, la que siempre me curan.

De tu ciudad, sin duda, extraño tu abrazo, la voz que en las mañanas me alivia de desamores barátos que me invente mientras tú dormias.

De tu ciudad extraño a tus hijos, esos que roban mi calma y trasgreden mi cama, esos locos que entrelazan mi sangre para verterla en tu alma.

De tu ciudad extraño tu almohada, que muchas veces me envolvió cansada, extraño tu música que enamoró la vida que corteja mis días.

De tu ciudad a morir extraño a tu mujer, esa que se ha vuelto enigma en mi existencia, extraño sus brazos de calibre alto, su andar de madrugada y su cuidado de mañana, su voz que avienta canciones cuando me tiene en casa.

De tu ciudad extraño tus pasos, tu carrera, tu vejez y tu experiencia. Extraño tu café de a medio día cuando se te da la gana, de tu vino de sobre mesa cuando también se te da la gana, la manera en la que extrañas, la manera en que recuerdas a quien ya no te acompaña.

De tu ciudad extraño tu calma, tu dedicar del diario, tu sueño taciturno, tu periódico doblado, tus huraches viejos y mal labrados, la manera en que a tus hijos miras, la manera en que a tu mujer miras, la manera en que suspiras, la manera en que me miras.

De tu ciudad extraño la forma en que te aguantas el llanto cada vez que de tu abrazo me despido, el llanto cada vez que de mi ausencia se hace larga la impaciencia.

De tu ciudad no extraño su gente, no extraño tu casa, no extraño a tus amigos o a los que te hicieron su enemigo. De tu ciudad no extraño tu coche, no extraño tu acople, no extraño tu dinero.

De tu ciudad extraño al hombre que se hizo carne para llenarme de besos cada vez que tengo en el corazón algún hueco.

De tu ciudad extraño tus piernas para recargar mi cabeza cuando las lágrimas me azotan los recuerdos.

De tu ciudad extraño el futuro en el que no se encuentra más que tu nostalgia.

De tu ciudad, te extraño a ti.

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