domingo, 21 de noviembre de 2010

De esos besos pendientes - deseosos besos pendientes.

No era necesario tanto ruido para opacar el silencio dentro de mi cuerpo. Te llamé en secreto, te pedí en reserva que nunca tu cuerpo volviera a cederse conmigo, que tu boca roja se fuera sin conservar el sabor onánico de mis manos.

Y ahí estábas tú; quieta, apacible, segura, casi inerte. Y ahí estába yo, caminando entre tu anochecido pelo. Te recordaba diferente, con manos blancas y un anillo blando sobre un dedo. Te recordaba exacta entre cada nota de mi lengua, te recordaba verde; siempre verde.

Entonces ahí, entre tanta música y tanto llanto callejero te besé. Te besé porque me sentí segura, me sentí extrañada, me sentí aún cazada, me sentí encajada en los hoyuelos de tus mejillas salpicadas. Te di un beso porque lo tenía pendiente.

Descubrirte sobre mi boca al mismo tiempo me llenó de aberrantes sueños, de exitantes propuestas, de culpables ganas.

Te encontré común, con experiencia inútil, te sentí distinta. Y ahí me encontré sabiendo que tus besos me descomponen la calma. Y ahí me encontré con que te tengo pendiente. Y ahí entendí, que besaba a una mujer bastante parecida a ti.

No hay comentarios:

Publicar un comentario