lunes, 25 de abril de 2011

Más de la cuenta

Para escribir esto, tuve que dejar pendiente un viaje, tuve que abandonar a una mujer mucho antes de que ella me dejara. Para sentir esto, tuve que romperme una pierna con sólo recordarla. Sí, tuve que perderme lejos para pagar facturas escritas hace años sobre mi espalda, como si no tuviera suficiente con haber sufrido los amores de lejos.

En fin, siempre hablo de una mujer; esa que me tiembla en los labios cuando me preguntan por ella. Ella es de esas, de esas de las que te dicen debes estar lejos, al margen. De esas, la que usa los puntos y comas como si fuera el peor pecado dales mar uso; aunque, ella siempre cumple pecados por así decirlo. Siempre llega y siempre se va.

Hace unos meses mientras hacíamos el amor, mientras contra la pared le decía que la amaba, caí en cuenta de la apoteósis poco a poco tatuada sobre mi piel. Caí en cuenta que había llegado para recordarme todo lo que me faltaba para pagar mis cuentas pendientes.

Mientras nos hicimos un solo cuerpo, me enamoré más de ella sin querer, pues no quería por eso de las despedidas forzadas, de las despedidas estúpidas, de las despedidas necesarias. Y ella con sus labios me regaló la furia de sus entrañas, me mojó de su sudor con sabor a estación de camiones.

Nadie me ha rajado el pecho con tanta rabia y con tanta ternura, así nos hicimos aviones a punto de despegar pero que nunca volaron. Nos incendiamos la paz, nos tragamos al mundo olvidando que habitabamos ahí.

Ahora espero tener más de la cuenta para no ser faltante de nada.

jueves, 21 de abril de 2011

Mi nombre es Ana y soy adicta.

Mi nombre es Ana y soy Adicta.

Hace unos días, mientras me encontraba en medio de un montón de desconocidos, me sentí más perdida que en toda mi vida. Todo era dulce y salado; negro y blanco; viejo y nuevo.

Soy adicta a no querer sentirme adicta. Muchas veces me pregunto cuánto pagarían las personas que me quieren por saber lo que pienso, lo que siento; ahí entonces, me pregunto cuánto pagaría yo por no ser tan estúpidamente egocéntrica.

¿Qué les puedo contar? Primero que estoy entre muchos muertos, vagando en un rellano de tierra al cual llamo desierto. Los muertos y ese desierto son los mismos que me trajeron miedos desde la infancia. Sí, de mí también quisieron hacer estrellas cuando lo único que tenía era mierda y mi cielo quedó herido.

Puedo pasar diez minutos hablando del dolor más bestial albergado entre mi pecho, podría hablar diez minutos sobre la manera exacta en que perdí mi sangre aún buena.

Soy adicta a creerme buena cuando soy todo lo contrario. Soy inerte a la clarividencia humana, soy fría a lo confortante. Soy del viento cuando me creo piedra. Sí, de mí también quisieron hacerse escudos cuando lo único que tenía era miedo.

Puedo pasar diez minutos hablando del llanto que moja por dentro y seca por dentro. Pudiera cantar mis notas más alegres pero estaría llenando de mentiras al mundo, una adicción más.

Soy adicta a saberme entera cuando de pedazos he llenado mi banqueta. Soy un caos disfrazado de premura. Soy del agua cuando me creo tierra maciza. Sí, de mí tabién quisieron hacerse refugios cuando lo único que tenía era una llanura vacía.

Puedo pasar diez minutos hablando de todo el triunfo que me resulta amargo por no tener mi dirección. Soy un arma disfrazada de cuerdas. Soy del ruido cuando más en silencio quiero estar. Sí, de mí también quisieron hacerse de fe cuando lo único que tenía era una llantan descompuesta sin saberla cambiar.

Soy adicta a saberme imaginativa cuando ya he leído todos los guiones. Soy adicta al engaño por saberme sabia. Soy del tiempo cuando me creía mía. Sí, de mí también quisieron apoyarse cuando lo único que tenía era un corazón perdido.

Puedo pasar diez minuots hablando de mis adicciones que son muchas pero tengo que ir a convencer a alguien de que me ame porque soy lo mejor que le pude pasar en su pendeja vida.

Mi nombre es Ana y soy adicta.

domingo, 3 de abril de 2011

Así

Así de la manera en que llegó se fue. Se fue antes de saber que no buscaba compartirla. Tanto era mi desesperación por tenerla mía, que la aventé al cielo.
Nos dibujamos de tantas maneras, nos absorbimos en instantes el mundo entero, era llenarme la cara con segundos al saberla mía, al saberme suya al sentirme así.

Y así como no le pedí que llegara, no le pedí que se quedara. Se fue antes de llamarnos una.

Así como llegó la extraño, así como se fue la quiero. Así, con todas las letras del abecedario, con las seis cuerdas de mi atrofiada guitarra, así con la peor de mis canciones, con la mejor de mis historias.

Y ahí, en el rincón obscuro de mis guerras frías donde me hizo encontrarme con mis peores males, ahí la besé y desnudé mi vida.

Sé que la ausencia que me esquiva la encerramos antes de buscarnos días enteros, noches enteras, años enteros. Toda una vida.

No, nunca llegó y nunca se fue. Siempre estuvo.

Así entonces se quedará, aparcada en mi recuerdo, gritando mentiras al viento, besando a verdades mi tiempo. Así estará, recordándome el lugar exacto donde va un cartón de leche, la manera de acoger estrellas, la forma exacta de tapar su cuerpo, el sentir eterno, el despertar ligero, el atrevimiento interno, el descubrir desierto.

Así entonces llegó, así entonces se va. Así entonces está.