miércoles, 25 de mayo de 2011

Te cuento que lloré.

Allá en aquella ciudad llena de gente, transitan muchos sueños que dejé olvidados en una carretera. Una carretera gris la cual ha sido testigo supongo, de muchos desamores puros y siniestros; un amor quizás como el que alguna vez viví. Sería injusto callarme los ojos cuando de hablar de eso se trata, cómo no gritar por mis manos lo que en más de una ocasión me sangró y me estalló en el pecho; como una guitarra desafinada que se empeña en tocar una melodía jamás escuchada.

Mi padre suele decir que cuando se muere de hambre, hasta las piedras se comen. Sin embargo, él nunca me dijo qué se hace cuando de amor se perece. Supongo que fue tanto su miedo de tenerme herida entre sus brazos que se olvidó de advertirme lo doloroso y sufrible que llega a ser padecer este mal.

Padre, te cuento que he llorado, quizás nunca me sentirás sobre tus hombros regada como un mar. Lloré como si hubiera un concurso para ver quién le hacía el mar perfecto a una mujer. Te imagino con tu voz calmada y moribunda diciéndome: "Hay personas a las que se les debería de llorar solo un charco". Qué razón me da el cielo cuando quiero poner una escalera que por más alta nunca tiene dónde sostenerse.

Padre, te cuento que lloré. Te cuento que esta mujer hecha de roca se volvió papel en tijeras de destinos mutilados. Cuando ya no tenga lágrimas para lavarme por dentro, seguramente lo único que pueda llorarle a ella sea simplemente un charco.

1 comentario:

  1. Te cuento que no puedo dejar de leerlo, que cada que lo veo comienzo a llorar. Es increíble cómo tus textos mueven tantas sensaciones en mí.

    Muchas gracias, Bonita. Te quiero mucho.

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