jueves, 29 de noviembre de 2012

El punto en la letra extraña del abecedario

Sembré besos en tu cuello y florecieron árboles de manzano sobre tus hombros.  Suelo lamerte las orejas para llevarte a dormir conmigo.  Qué digo dormir.  Cuando nos vemos nadie duerme.  A veces son las letras, a veces la guitarra, a veces las cervezas, a veces el vino, a veces tus piernas con semáforos en verde.  A veces solo somos tú y yo hablándole de servilletas a las sábanas.  

¿Recuerdas cuando bajo una farola me dijiste hola? Qué divertida nos metimos esa noche.  Qué revolcada al corazón. 

Ven

Ven, aunque yo te pague el de ida y vuelta; ven.
Ven, a calmar el roce de mis manos con mi cuerpo.
Ven e invítame una cerveza, yo te invitaré el mundo. 

Ven y pídete permiso para saber quién eres y buscarte.
Ven y dile a tu espejo que hoy quieres vestirte con los ojos cerrados.
Ven a contarme de sueños sobre almohadas sucias y recuerdos limpios.
Ven a callarme la boca con razones válidas inteligentes e invariables de nosotros.
Ven y dime que me equivoco cuando hablo de tu miedo y mi té con miel de abeja. 


Porque por qué no

No sé si estoy en el cielo del vecino o en el piso de alguna mujer extraordinaria.  Conozco cielos de muchos colores y éste es café.  Café son muchos ojos a los que les he cantado.  Es verdad, soy muy inteligente y muy miope.  Me hace falta más coraje para atreverme a no ver los errores de mi hermano o las arrugas de mi padre. 

Hace algún tiempo me enamoré de alguien que se enamoró de otra alguien que a la vez se enamoró de otra mujer payaso a la que no le faltaron los enigamas para hacer a la tercera verse al espejo y raparse la cabeza.  Se veía hermosa si la comparamos con un chayote en caldo de pollo en día de mercado. 

Cuando era niña me llevaron al mismo circo más de cinco noches seguidas.  Los artistas siempre fueron diferentes.  Tal vez mis ilusiones eran muchas y mis ganas de escapar de una falda tabloneada eran más grandes que el elefante parado sobre una pata durante cinco segundos seguidos. 

Duele mucho cuando alguien se va de tu vida.  Me cuestiono cuántas veces se han ido de mi vida personas: vecinos que cambian de dirección, mujeres cambiando el destino, amigos acomodándose traiciones, familia sin usar teléfonos, hermanos buscando mundo, amores queriendo amores.  Si pudiera poner un florero en la Luna, todos los girasoles de Italia los pondría con tu nombre en un cohete. 

Tienes que aprender a decir adiós, dice Joaquín Sabina mientras tú lees un libro que no te gusta.  ¿Por qué tenemos que hacer cosas no gratas a nuestro sentidos?  Una vez amé a quien no quería y despedí a quien sí quería.  Me he enamorado más veces de las que he besado.  No sé llamar en Navidad a mis amigos ni personas queridas.  No sé bordar árboles con esferas mientras veo televisión o escucho la radio antigua de mi abuela.  

Hoy no me duché porque hay salivas que mejor guardo en los pliegues de la piel que en el recuerdo.  Aunque pensándolo bien, las tuyas las llevo en los dos lados.  Mis tenis son cada vez más viejos como los dedos de mi madre que no me ha llamado en varios día.  Bendita mujer adorada a diario. 

Me ha cansada un poco la ciudad, su gente y su tránsito.  Es como meter una ballena en una lata de atún.  No en todos los lugares donde se lee México es México.  Hoy por ejemplo, México fue tu cochecito blanco y tus lunares con unas canciones raras en inglés que insistías en cantar.  Me reí de lado y me di cuenta que es un universo con todo y sus planetas lo que te debo.  

Canto mucho porque no tengo dinero para comprar una pistola que vaya directo hasta donde estás.  Me morí hace dos años y me devolvieron la vida hace como tres meses, me abandoné a la aventura porque eso es estar en un cuerpo de mujer con cerveza de chocolate entre los labios. 

Supe de lo grande de mi amor por ti cuando escribí un texto para tu persona jurídica y le quise tanto como tú.  Vaya maneras postmodernas de decirnos cuánto nos interesa alguien.   Hace algunos años tu abuelo se hubiera dado al fusilamiento en nombre de un amor.  ¡Vaya cosa! Yo nada más tengo diez dedos para tantas armas en mi país. 

Escribí esto porque me fue preciso hablar conmigo despacio mientras un libro me roba una mujer.  Son pocas las cervezas en el refri y muchos los recuerdos que soltó el torero.   El día que llegaste era octubre y ahora es noviembre y pronto será diciembre.  Pronto será otra vez octubre y querré besarte de nuevo.  No hablemos de tiempo que se me caen los ojos sobre el teclado.  Yo tengo mucho tiempo pero mi cuerpo tiene poco y en esta vida él es el que manda.  


Uso mucho el "que" porque no practico mi redacción y porque por qué no. 


viernes, 23 de noviembre de 2012

Perdóname

Te pido perdón.  A veces vuela más una paloma en una jaula que un colibrí en el cielo.  Eso me pasó sin ser paloma o apadiforme. No logré frenar mi deseo de ser ante tu dolor.  Reconozco, sé perder y poner tierra, mar, asfalto y flores de por medio cuando me dicen adiós.  Esta vez solo puse la casa, la luna, la noche, el encuentro, el deseo, las ganas enfrente.

Perdóname, no supe irme a tiempo, ni siquiera cuando me lo pediste a gritos saliendo por sus ojos.  Juro por Dios que te vi en sus manos, en su boca, entre sus piernas, en su cuello, y no paré.  Nunca dolió tanto el dolor ajeno como ahora el tuyo entre mis brazos.  Me amarré el deseo, pero si ni siquiera sé abrocharme los zapatos.  

Perdóname porque sé exactamente lo que te aguarda, yo ya fui allí:

La rabia en el ombligo por falta de aleación sobre sus glúteos. 
Los portarretratos sin su risa en Navidad.  
El silencio para demostrarle todo tu amor. 
El insomnio a las cinco de la tarde. 
Un invierno sin piernas de bufanda. 

Su falta. 

Su falta. 

Su falta. 

Perdóname a la dos de la mañana y a las once de la noche.  No sé guardar compostura si se trata de abrir alas. Porque hice de tu luna mi sol y de tu lluvia mi bañera.  Nunca he sido buena rogando amnistía, sin embargo, dame un beso antes de subirme a tu nao, prometo ponérselo en la frente y no contarte jamás cómo me fue.  Por amarle así perdóname. 

Tal vez -y sin quitarte algo- mi pecho será el mejor escudo que te ofreció la vida.  Cómo no quererte si me cuidaste el equipaje tanto tiempo.  Sabré quién eres tú sobre alguna calle.  Tú jamás sabrás quién soy aunque me escuches por el mundo.  Estamos en paz. 

Perdóname, porque mi canción favorita es la que más te hace llorar.

sábado, 10 de noviembre de 2012

A veces

A veces voy a llenar de tinta transparente las paredes en tu departamento.  Pondré millones de quejas mundiales sobre ellas y me tiraré a llorar al piso como ahora lo hago por dentro.  Te voy a estar amando. 

A veces voy a llegar tarde con disculpas en el borde de la lengua, el sabor de unas piernas distintas y las manos llenas con flores.  Te voy a estar amando. 

A veces caminaré despacio rogando a que tú corras debajo de un puente y te resguardes de mí.  Te voy a estar amando. 

A veces llenaré tu mundo de dioses mayas y colores púrpuras tus vestidos.  Te voy a estar amando. 

A veces dejaré sopa en el plato.  Te voy a estar amando. 

A veces me quedaré dormida en el borde de un orgasmo.  Te voy a estar amando. 

A veces me disculparé con textos parecidos a estos.  Te contaré que no soy nadie y me llamarás demente.  Te voy a estar amando. 

A veces mandaré dormir temprano mi guitarra y mis labios se cerrarán con silencio de arena.   Te voy a estar amando. 

A veces no querré amanecer en la misma cama.  Te voy a estar amando. 

A veces me volveré loca en mi propia inteligencia y me iré.  Te voy a estar amando. 

A veces no regresaré.  Sí, también te estaré amando, 

viernes, 2 de noviembre de 2012

Te amo

Esta mujer que ves aquí es lo único que tengo para darte.  Este revoltijo de carne y huesos soy yo.  Tengo solo dos manos y dos piernas.  Te amo con lo que soy.  Solamente eso.

jueves, 1 de noviembre de 2012

Prefiero digan que soy desempleada a traer una cara de cansancio y llenos los bolsillos de tarjetas bancarias.
No aguanto el olor del sepia porque me quita los colores amarillos.
Es verdad cuando digo: "Conozco más al mundo que a mis manos".
Cierto cuando canto y todo desaparece. 
El foco tiene más sueño que yo.


Mientras no dormía

Mi color favorito de la madrugada es el blanco.
Deberían hacer un café para los que no podemos beber café, sería un éxito en el mercado si dijera: este producto es nocivo para la salud.  Al mundo le gusta el drama y la tristeza, a mí también.  Será por eso que son las cinco de la mañana y no consigo.  También porque hace una semana un hombre quiso meter un balazo en mi cabeza.  De haberlo logrado este texto lo escribiría él y lo haría hablando con palabras masticadas ya por muchos.  Lástima, yo escribo el texto y él mete balas en otros cuerpos.

Mi sabor favorito de la madrugada es el fierro.
Hace tiempo amé a una mujer con cuerpo de puerta.  Todos podíamos entrar en ella.  Físicamente, todos.  A deshoras y a horas también.  Supongo que las únicas ventanas en su vida eran yo y su lengua.  Hasta que nos cerramos juntas en un beso.

Mi dolor favorito de la madrugada es el estómago.
Cómo extraño hacer el amor en Irlanda y eso que nunca he ido.  Dicen que los países donde hay mujeres irlandesas son buenos.  Méjico a veces tiene y a veces no.  No he mirado bien por debajo de las rodillas de algunas mujeres.

Mi sobre favorito de la madrugada son mis riñones.
No he encontrado la carta de despedida que me redactó una mujer antes de decirme se iba por el mundo a navegar en otros cuerpos.  Al único lugar sabido de visitas por ella fue a un lago cerca de mi casa donde el agua no fluye ni hace olas.  Vaya cosa, cómo se hacen de fama las putas que menos follan.

Mi olor favorito de la madrugada es el cigarrillo.
Bebo alcohol como si por cada trago me regalaran un pedazo de la casa donde vivo.  Amanece siempre igual: frío, cansado, muerto, liviano, fuerte y reversible.  El tiempo es un jodido libro que nadie sabe leer ni interpretar.  Ah, pero qué bonito es traerlo bajo el brazo presumiendo.  Morir  y despedir se parecen, las dos terminan en ir y son igual de dolorosas para el cobarde asesino del apego.

Mi canción favorita de la madrugada son las teclas de donde escribo.
La casa está más vacía que el pecho de mi ex mujer, no todos sabemos llenar ausencia, pero también es cierto que también para irse hay que saber hacerlo.  Ella no supo hacerlo y de repente se aparece bailando una danza turca sobre mi cabeza.  ¿Será que no cerré bien la puerta de entrada sino solo la de la salida? Da lo mismo.

Mi planeta favorito de la madrugada son sus pechos.
He escrito más canciones que obituarios.

Mi fachada favorita de la madrugada son mis gafas de aumento perdidas.

La manecilla al revés

El tiempo no regresa, las memorias sí. 

Cuando te conocí asumí las heridas bajo esas ojeras  Me imaginé un montón de besos en tu espalda y un sin par de cuchillos clavados sobre tu pecho.  Memoricé cada pliegue de tu piel para nunca dejarlo igual y así no sufrieras si alguna vez se me ocurriera buscar la salida de emergencia.  Perdóname, tuve que irme.  No podía seguir con los guantes blancos puestos siempre.  Necesité de tu abandono para sentir el mío sobre la farola de mis añoranzas.  

Supe que tus cortadas en la cara eran como machetazos marcados en muchas manos paseando por ahí.  Nunca supe a qué sabía tu desesperanza pues siempre te mantuviste fuerte ante la desdicha.  No, tampoco supe a qué saben tus lágrimas a menos fueran derramadas sobre mi pecho después de una sesión de sexo taciturna.  Es verdad, también son saladas, pero no vienen del mismo mar.  Ahógate hasta lavar tus culpas, me dijiste una noche.  Aún tengo los ojos secos.

Pudimos ser la historia más grande del mundo, y míranos ahora: nada.