Con las manos sobre el carrito metálico y despintado
con mi risa de estrella coja sobre el cristal de los vinos caros
en medio de las ofertas del miércoles por la noche
con los suspiros atorados en las pestañas del dependiente
con los ojos enrojecidos de terror
con mi risa de estrella coja sobre el cristal de los vinos caros
en medio de las ofertas del miércoles por la noche
con los suspiros atorados en las pestañas del dependiente
con los ojos enrojecidos de terror
Con un pan rancio en la bolsa y la esquizofrenia a un lado
con la cabeza fría de las cervezas calientes
entre la batalla de las aceitunas orientales y los aguacates mexicanos
con la cabeza fría de las cervezas calientes
entre la batalla de las aceitunas orientales y los aguacates mexicanos
entre el esnobismo del sábado y domingo
en el Superama de la Condesa
entre la reserva y el testaferro
Bajo el bisturí de las lámparas blancas colgando del techo
sobre los pescados tristes añorando el mar muerto
con las caricias de fuera y la resaca a cuestas
a un lado del cilantro gris y el sushi insípido de caja
entre hombres con celulares más inteligentes que ellos
entre mujeres con listas interminables de cosas "necesarias"
entre mujeres con listas interminables de cosas "necesarias"
entre la bolsa café y los converse enlodados de rosas
Justo donde muere la necesidad y crece lo vano
donde cambié un jabón por lechuguillas importadas
donde cambié un jabón por lechuguillas importadas
ahí pisando la temperatura de los sueños
ahí desobedeciendo al destino ermitaño
entre las medicinas de moda y el pollo frito de siempre
Me gusta llorar en el súper para ver qué desgracia me inventan
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